El taller UNO de Teoría es el resultado de una serie de experiencias realizadas en la FAU UNLP tanto en cursos de grado como en los de posgrado.
Las ejercitaciones experimentales desarrolladas en Taller de Arquitectura, las experiencias en los cursos de teoría, las relaciones con la Architectural Association de Londres, los vínculos con arquitectos docentes de Latinoamérica y otras partes del mundo nos permitieron ir conformando un cuerpo de ideas con la intención de promover el desarrollo de la disciplina en cuanto a sus aspectos argumentales o teóricos.
Así buscamos dar una salida a la actual situación de la enseñanza del proyecto, bajo formas reductivas, de una nostalgia parcializada por una pseudo-modernidad que en términos de ideas, técnicas y modos productivos no pueden comprender las condiciones actuales de una sociedad en constante cambio y con otros tipos de problemas sobre los cuales trabajar.
Para nosotros, desarrollar la capacidad teórica en relación al proyecto es la única alternativa al camino actual de la enseñanza del proyecto, buscando siempre caminos propios de cada proyectista y prescindiendo de los clisés impuestos por cuestiones instrumentales y dogmáticas.
La teoría, según nuestro entender, es una actividad generadora de argumentos de proyecto. Es un arsenal de dispositivos intelectuales de ejercitación de posibilidades de acción en arquitectura. No se puede hacer arquitectura sin sentido, no se puede proyectar sin sentido. La teoría, los argumentos, constituyen el modo conductor del diseño hacia un aspecto consciente y propositivo de la arquitectura, del proyecto.
La teoría no creemos que sirva en términos de un conocimiento intelectual como mero instrumento de erudición. La teoría debe estar enfocada hacia la principal actividad del arquitecto, el diseñar, el resolver problemas del espacio.
Tampoco queremos confundir la teoría con la crítica o con la historia de la arquitectura. La teoría es una actividad de proposición a partir de la reflexión, de la contemplación, pero no de construcción de conceptos abstractos solamente de uso clasificatorio. La teoría es acción erudita, está adentro del proyecto, adentro de la disciplina activa y no por fuera solo para declamar y sentenciar.
Por lo tanto, nos interesa indagar, reflexionar sobre el cuerpo teórico de la arquitectura, un cuerpo poroso, superpuesto, de argumentaciones sucesivas, útiles y disponibles, atemporales que el destino de la arquitectura nos ofrece como instrumentos de avance de la arquitectura mediante su proposición fundamental, el proyecto.

pablo e.m.szelagowski, pablo remes lenicov, maría elisa sagüés


04. El camino de las Teorías en la Arquitectura.

04.1. El cuerpo Teórico.
Lo que aquí llamamos el camino de las teorías en arquitectura es lo que constituye ese cuerpo superpuesto, poroso al que se les va agregando a cada momento un argumento, que instantáneamente se relaciona y se confronta con otros anteriores en pos de una construcción común de ese cuerpo teórico disciplinar, esto es, la conformación sucesiva en el tiempo del “corpus” de la arquitectura.
Este camino está construido por los argumentos del primer actor de la arquitectura y de todos sus seguidores. La teoría en general escrita bajo las formas de tratados, manuales o manifiestos no es el reflejo sólo de quienes las escribieron sino en muchos casos contienen tradiciones establecidas, transmitidas, codificadas y sistematizadas.
Si bien este camino que proponemos habla de teorías en general escritas y firmadas, no por ello deja de comprender esas tradiciones argumentales no expresamente documentadas de cada era arquitectónica.

El único tratado conservado de la antigüedad, el de  Marco Vitruvio,  ha tenido una influencia decisiva en el desarrollo de las teorías de la arquitectura hasta el siglo XVIII. Esta influencia, no programada por su autor, define el camino del pensamiento arquitectónico en un sentido lineal en el que cabe preguntarse como lo hace Bernard Cache, ¿qué hubiera sido del camino de la arquitectura si ese manuscrito también se hubiese extraviado? 

Vitruvio sienta las bases de un modo de entender y describir la arquitectura del que será difícil de apartarse para producir más arquitectura en la Europa central.
Construye un texto de base teórica futura mediante el estudio de la práctica de la antigüedad con la intención de consolidar un conocimiento disciplinar. Desde la práctica se construye el fundamento teórico de origen.
Se encarga de establecer que la Arquitectura es una actividad culta y compleja y que el arquitecto debe reunir dos cualidades principales: sus facultades artesanales (práctica) y su capacidad teórica, exigiendo de él una amplia formación intelectual.


La arquitectura es una ciencia adornada con numerosas enseñanzas teóricas y con diversas instrucciones, que sirven de dictamen para juzgar todas las obras que alcanzan su perfección mediante las demás artes. Este conocimiento surge de la practica y del razonamiento. La práctica consiste en una consideración perseverante y frecuente de la obra que se lleva a término mediante las manos, a partir de una materia, de cualquier clase, hasta el ajuste final de su diseño. El razonamiento es una actividad intelectual que permite interpretar y descubrir las obras construidas, con relación a la habilidad y a la proporción de sus medidas.
Por tanto, aquellos arquitectos que han puesto todo su esfuerzo sin poseer una suficiente cultura literaria, aunque hubieran sido muy hábiles con sus manos, no han sido capaces de lograr su objetivo ni de adquirir prestigio por sus trabajos; por el contrario, los arquitectos que confiaron exclusivamente en sus propios razonamientos y en su cultura literaria, dan la impresión que persiguen más una sombra que la realidad. Pero, los que aprendieron a fondo ambas, si lo han logrado, adquiriendo enorme consideración, pues se han equipado con todas las defensas, como así fue su objetivo.
Ciertamente, a todas las actividades y artes, pero especialmente a la arquitectura, pertenecen «lo significado» y lo «significante». Lo «significado» es el tema que uno se propone, del que se habla; «significante» es una demostración desarrollada con argumentos teóricos y científicos. Por tanto, quien confiese ser arquitecto debe ser perito en ambas cuestiones. Así pues, es conveniente que sea ingenioso e inclinado al trabajo, pues no es posible llegar a ser un diestro arquitecto si posee talento pero carece de conocimientos teóricos, o viceversa. Conviene que sea instruido, hábil en el dibujo, competente en geometría, lector atento de los filósofos, entendido en el arte de la música, documentado en medicina, ilustrado en jurisprudencia y perito en astrología y en los movimientos del cosmos.

Vitruvio define además los  aspectos estéticos de la arquitectura, parte estructural de su escrito y de gran influencia en términos teóricos. Establece las categorías de Firmitas, Utilitas y Venustas las que serán desagregadas en otros conceptos, los que durante siglos serán debatidos, corregidos, ampliados y combinados en nuevos conceptos, comenzando con la labor de L.B. Alberti al respecto. El sistema de proporciones y regulaciones dimensionales no es menos importante en su obra, llegando hasta definir el cuerpo humano como resultado de sistemas de proporción y relación específicos, estudiados también en numerosas oportunidades bajo el nombre de Hombre Vitruviano.
En cuanto a los elementos de arquitectura, Vitruvio los clasifica según género (genus), movilizando un sistema referencial de arquitectura que teóricos posteriores llamarán órdenes arquitectónicos.
La tan vasta influencia de Vitruvio en la arquitectura posterior a él es incomparable con la escasa repercusión de su escrito en su contemporaneidad, quizás por no incluir en sus textos aspectos constructivos de la forma arquitectónica que le otorgaran la cualidad de obra de consulta para hechos prácticos de su época.

El interés por Vitruvio durante la Edad Media no es tan potente como lo será a partir del Renacimiento. Es recién en los tiempos Carolingios dónde se presta algún interés en su obra por parte de los constructores, generalmente ligados a órdenes religiosas.
Otros tratados de arquitectura surgidos durante este tiempo se ocuparán solo de describir aspectos proporcionales, dimensionales y estéticos de edificios en particular, como los textos bizantinos, los del Abad Suger de Saint Denis o Sicardus, mientras que otros tratados explican el modo de intervenir sobre edificios existentes, siempre en términos particulares. Por otro lado el Alto Medioevo se caracterizará por establecer como ideales de edificios el Templo de Salomón, el Tabernáculo de Moisés, o las temáticas ligadas a la vida de Cristo. Estos aspectos serán trasladaos a la arquitectura mediante la geometría, la aritmética y principios ordenadores de tradición Pitagórica, Platónica y Neoplatónica, rigurosamente condicionados por cuestiones Filosóficas y Teológicas.
En otro sentido uno de los manuscritos medievales que persigue establecer fines didácticos en sus postulados teóricos es el realizado por Villard de Honnecourt. Sus apuntes de viajes y su modo de confiar en la experiencia arquitectónica para la construcción de algo nuevo recuerdan el valor didáctico de los Carnets de Le Corbusier.

Leon Battista Alberti es quien por primera vez sistematiza el estudio de las artes plásticas y de la arquitectura. En su obra principal, De Re AEdificatoria desarrolla un extenso estudio sobre lo establecido por Vitruvio influido en gran modo por el  pensamiento Aristotélico, y Neoplatónico, por la Retórica de Cicerón y la filosofía de su contemporaneidad.
Del mismo modo que Vitruvio, desarrolla su obra en 10 libros, pero con una posición crítica sobre su obra, redefiniendo conceptos a través de su especial capacidad de observar, medir y estudiar todo elemento y concepto como nuevo. Justamente Alberti lamenta que no se haya contado con otros tratados más allá del de Vitruvio, de la falta de secciones de su obra y de la forma rústica en que la encuentra escrita, pues según Alberti dificulta su comprensión.
Sin embargo adopta conceptos estéticos como la tríada Vitruviana y vuelve a caracterizar qué es la arquitectura y cómo debe ser un arquitecto, su rol en la sociedad y su necesidad de servicio a la sociedad. Formaliza una gran apertura teórica por sobre lo propuesto por Vitruvio al introducir el concepto de variedad, de alternativas en el diseño, de manera de evitar un anquilosamiento de las normas arquitectónicas, tratando de evitar la dogmatización. En este sentido se podría decir que presenta aspectos vitruvianos y antivitruvianos, como su idea del significado de la columna frente al muro.
Alberti presenta también una visión organicista de la arquitectura, basada en el número y la geometría buscando una analogía de la arquitectura con las formas en que se manifiesta  la  naturaleza.

La continuidad del pensamiento de Alberti puede encontrarse entre otros en Filarete.  Escribiendo su  tratado ya en lengua vulgar (italiano) lo hace en forma de relato como si se tratara de una novela utópica. Allí desarrolla su idea del origen de la vivienda a través de Adán y la construcción de la cabaña primitiva, grado cero de la acción arquitectónica. Parte desde una imagen básica de Adán cubriéndose de la lluvia con las manos hasta la definición de una ciudad ideal que es ligeramente diferente a su proyecto para Sforzinda. En este mismo sentido, Francesco di Giorgio Martini desarrollará su tratado haciendo una síntesis de teorías anteriores, como las de Alberti y las del mismo Filarete.
A pesar que Leonardo desarrolla la imagen del hombre vitruviano, sus estudios no constituyen más que preocupaciones aisladas sobre la arquitectura, siendo quizás la propuesta más influyente su serie de ideas para la construcción de una ciudad.
Otros tratados de este período hacen referencia a condiciones particulares de la Belleza en arquitectura como el de Luca Pacioli “Divina Proportione” de 1509, en la que se establecen los sistemas de regulación del espacio en pos de la búsqueda de la armonía ideal.

Posteriormente, durante el siglo  XV el tratamiento de los postulados de Vitruvio se da de forma más abierta y en un grado de mayor difusión, pero no por ello menos dogmática. Fra Giocondo va a ser el encargado de restituir las ilustraciones a las traducciones de Vitruvio por medio de una serie de láminas que serán de referencia para muchas traducciones y reimpresiones posteriores.
Cesare Cesariano, discípulo de Bramante publica una traducción de Vitruvio con un extenso comentario, en el que reemplaza las usuales ilustraciones de Fra Giocando por unas propias muy ligadas al tipo de arquitectura del Renacimiento de la Italia Septentrional. Sobre este tratado resultan interesantes las observaciones que realiza Neil Leach sobre la propuesta del hombre vitruviano de Cesariano y su relación con la iconografía cristiana en su artículo  Vitruvius Crucifixus (AA Files 38).

Los arquitectos del siglo XVI, inmersos en la producción ven los tratados publicados hasta el siglo XV como meras recapitulaciones de la cultura antigua pero los sienten ajenos a su producción diaria de arquitectura. Alberti había propuesto una visión totalizadora del mundo, Di Giorgio había desarrollado las condiciones antropométricas de la arquitectura y otros habían trabajado sobre utopías. Los arquitectos requerían teorías que orientaran su producción. Es así que  Sebastiano Serlio intenta responder esta demanda. Intenta proponer normas no para los arquitectos de alto ingenio, sino para cualquiera que sea capaz de trabajar. Desarrolla entonces una serie de normas prácticas para proyectar y construir arquitectura.

La Regla de los cinco órdenes de arquitectura, de Vignola, representa una nueva modalidad entre los manuales de arquitectura, algo que le ha otorgado popularidad hasta entrado el siglo XX como elemento didáctico. Basado en los principios de Serlio y sirviéndose de cuadros sinópticos, el tratado de Vignola esquematiza un procedimiento sencillo de construcción de los órdenes arquitectónicos, es decir, crea un manual práctico universal de realización efectiva de lo teorizado en los escritos precedentes. La base dimensional utilizada por Vignola no es tan compleja como la de Serlio sino que se regula mediante un sistema proporcional ligado al conjunto pero de relaciones muy simples de comprender y materializar. Esto explica el éxito y la difusión de sus ideas en la arquitectura monumental y también en la doméstica o popular.
Serlio y Vignola, sin quererlo, se vieron atrapados por tendencias de dogmatización que no pudieron preveer y que hoy representan un aspecto negativo sobre ellos, más por los efectos que por su intención original, como por ejemplo lo demuestra la gran obra construida de Vignola.

Andrea Palladio debe su formación intelectual en parte a los mecenas que los sostuvieron en su carrera y su función cultural, y a los viajes de estudio que realizó en varias oportunidades. De Trissino, Cornaro y Barbaro recibió lecciones sobre la antigüedad a través de sus traducciones de Vitruvio y sus tratados particulares, a la vez que debe a ellos la inmersión en un campo cultural de constante valoración del pasado romano. Concibió el proyecto de su tratado, los Cuatro Libros, sobre la base de sus viajes, es decir las mediciones y registros propios de la arquitectura de la antigüedad tratando de enlazar su obra particular con esta tradición intentando una continuidad con la antigüedad, no una imitación o revalorización. Mediante su obra y su descripción metódica presenta al cuerpo de la teoría de la arquitectura un análisis sistemático de la práctica desde la cual forma teoría concreta. 

Luego del Concilio de Trento en el clima de la Contrarreforma, Carlos Borromeo publica sus “Instrucciones” ampliamente difundidas en Europa, lo que constituye una recopilación de criterios a tener en cuenta  a la hora de proyectar iglesias. En estas recomendaciones se rechazan algunas prácticas del Renacimiento y se orienta a los arquitectos hacia la planta de cruz latina en referencia a las primeras iglesias cristianas, simples y luminosas.

Vincenzo Scamozzi escribe la “Idea de la arquitectura universal”  con cierta influencia del pensamiento neoplatónico y aristotélico. Entre la Teoría y la Experiencia, donde él se ubica, recorre la tradición de Alberti y Vitruvio reivindicando al Renacimiento en contra de la arquitectura naciente del Barroco. El proyecto, para Scamozzi, está cargado de pretensiones científicas, en el que la invención es matemática aplicada, el diseño determina la forma, y el arquitecto se presenta como un enciclopedista. Es el primero en plantear la ambivalencia política del arquitecto en relación a quién sirve y a su libertad intelectual.

El período Barroco no se caracteriza por desarrollo de tratados o textos teóricos, relegándose a la publicación solo de libros sobre obras de algunos arquitectos.
La excepción es Guarino Guarini quien es el que desarrollará la única teoría de la arquitectura del siglo XVII. Gran conocedor de las matemáticas, la literatura y la arquitectura, estudió seriamente las teorías elaboradas en Italia Francia y España. Guarini, distingue claramente proyecto de realización. En relación a Vitruvio interpreta y combina algunos de sus principios, desechando otros. Ni la antigüedad, ni Vignola, ni Vitruvio son para Guarini reglas a aceptar ciegamente. Es así que propone el concepto de desarrollo en el que la arquitectura se va adaptando a los cambios de las costumbres y de las necesidades de los hombres, pudiendo la arquitectura entonces corregir reglas antiguas o inventar nuevas. Su regulación de la arquitectura se basa así en reglas proporcionales y en la experiencia sensorial de la misma.

El panorama teórico de Inglaterra se ve influido por las ideas de Francis Bacon para quien las casas construidas son para vivir en ellas, no para mirarlas, asignándole un papel fundamental al aspecto funcional por sobre el estético.
Paralelamente, uno de los hechos de mayor influencia para la consolidación de un sistema clásico de pensamiento en Inglaterra es la publicación en 1715 del Vitruvius Britannicus, elemento primordial para la validación de la arquitectura local en referencia  a la italiana. 

El comienzo de los desarrollos teóricos en la Francia del siglo XVI estuvo determinado por la influencia del pensamiento italiano que se difunde a través de los escritos de Serlio, Alberti y Vitruvio, además del contacto establecido mediante los arquitectos franceses que viajaban a Roma. A pesar de esto, los arquitectos franceses se empeñarán en construir una arquitectura y en desarrollar una teoría propia. Uno de ellos, Du Cerceau, además de realizar una estadía en Roma, publicó su “De Arquitectura” tratando de establecer la idea de una arquitectura legitimándola mediante los textos italianos.
Philibert Delorme escribe una teoría balanceada entre su trabajo práctico de arquitectura y su reflexión sobre los temas esenciales. En sus publicaciones redefine los órdenes anteriores a los cuales introduce un orden francés. Su búsqueda de la divina proporción está orientada a los antecedentes bíblicos. 

La fundación de la Academia Real de Francia tendrá gran importancia en el desarrollo teórico de la arquitectura, pues actuará, con Colbert, como organismo regulador de la definición de las arquitecturas a realizarse desde el Estado. 

François Blondel, quien proviene de la ingeniería y las matemáticas cree en una creciente perfección de la disciplina y que las posibilidades de la arquitectura no acaban en la antigüedad, pudiéndose inventar nuevas formas. Sus escritos teóricos, provenientes de sus clases, conforman la primera formulación didáctica de los principios arquitectónicos. Su amplitud le permite analizar la arquitectura gótica en profundidad además de la clásica, encontrando en ella elementos proporcionales generadores de su belleza.

Claude Perrault como buen seguidor de Locke propone en la escena francesa un empirismo cognitivo. Realiza traducciones de Vitruvio para la Academia Real donde agrega comentarios que apuntan a una arquitectura con reglas y proporciones propias pero que dependen del tipo de construcción y no de una relación con el cuerpo humano. Define entonces sus principios de Belleza Positiva y Arbitraria, incluyendo el concepto de uso dentro de las categorías estéticas.

El “Nuevo tratado de toda la arquitectura” de Cordemoy  tiene como punto de partida las ideas de Perrault sobre el uso, convirtiéndose de algún modo en precursor del funcionalismo moderno, al proponer una arquitectura de formas geométricas simples, que posea un orden general que a la vez denote la condición individual de cada espacio. Valora tanto a la arquitectura griega como a la gótica porque ambas expresan correctamente su función. Es así que en Francia el problema del uso o la función comienza a ser relevante en las discusiones teóricas de arquitectura. Autores como Boffrand desarrollarán también estos conceptos a la par de establecer el “buen gusto” como categoría de definición estética. Sin embargo, frente al despliegue innecesario de la ornamentación propone el criterio de simplicidad, intentando que el edificio sea expresión de su función.

La contribución de Charles-Etiènne Baiseaux a esta discusión sobre el valor de la función, por fuera de los criterios de estilo y orden clásico o francés, radica en sus propuestas de viviendas para todas las capas sociales desde el campo privado. Esta Arquitectura Moderna como él la denomina, propone la construcción de viviendas en altura combinadas con usos de comercio y con una determinación específica de la función otorgada a cada espacio. Este trabajo, resulta entonces de gran interés para el estudio de las condiciones de proyecto de la arquitectura doméstica, por fuera de las preocupaciones de la Academia Real.

Jacques-Francois Blondel agrega a esta discusión la creación de una exitosa escuela privada de arquitectura, por fuera de los intereses de la Academia. Profesor de alumnos como Boullée o Ledoux, pretende una íntima relación entre el aspecto exterior y la distribución interior del edificio. Su “Curso de Arquitectura” de 1771 se transformará en uno de los manuales más utilizados en la enseñanza y la práctica hasta comienzos del siglo XX.
Hacia mediados del siglo XVIII ya no se puede hablar de teorías de la arquitectura generales. Existen múltiples tendencias, posiciones y desarrollos prácticos en forma paralela.

Uno  de los pensamientos más influyentes sobre la teoría de la arquitectura por esos años será el ejercido por Jean-Jacques Rousseau a través de su teoría de las ciencias y las artes. A partir de aquí la teoría de la arquitectura no podrá estar ajena a las ideas que irán conformando el cuerpo ideológico de la revolución.
Uno de los inmersos en este mundo teórico, Laugier, desarrolla un tratado en el que determina su posición frente a los anteriores señalando la absoluta dependencia de éstos con Vitruvio y con la arquitectura de la antigüedad. En oposición a esto propone la búsqueda de una belleza absoluta de tipo esencial que posea independencia de las costumbres y las convenciones establecidas. Con su hipótesis del origen de toda la arquitectura en la cabaña primitiva, la constituye en principio y medida de la arquitectura, determinando los órdenes como elemento fundamental constitutivo, no ya decorativo, conformando una teoría de los órdenes ligándolos al tipo constructivo con la consiguiente reducción de elementos a partir de una lógica de la construcción.
Laugier va a formular así un nuevo concepto de funcionalismo superando el anterior criterio de uso (usage). Este último aspecto se relaciona también con su  entusiasmo por el gótico y con su distanciamiento del clasicismo de la Academia.

Etienne Boullée, aquel discípulo de Blondel aportará al planteo teórico de la época a través de su Ensayo sobre el Arte y fundamentalmente con sus proyectos realizados hasta 1793. Boullée sostiene que la arquitectura es una imagen resultante del efecto de los cuerpos que la componen, relegando a un segundo plano la construcción.
La belleza derivará del efecto perceptual del edificio y desaparecerá el criterio de proporción relacionado con el cuerpo humano.

También Alumno de Blondel, Nicolas Ledoux entiende que el arquitecto asume un papel primordial en el orden social, puesto que está ligado a  funciones políticas, morales, legislativas, culturales y de gobierno. Entiende entonces al arquitecto como un educador y por consiguiente a la arquitectura como un instrumento educativo, “purificador” del orden social. La vivienda del opulento y la del pobre pasarán así a ser tareas de similar importancia, otorgando a la arquitectura la responsabilidad de reflejar las reglas de la consciencia social.  Propugna la desaparición total del ornamento y rechaza también la gran ciudad por las desigualdades que produce.
  
Jean- Nicolas-Louis Durand contribuye a la discusión de los principios de la tradición vitruviana a través de dos conceptos: Convenance  y economie: la disposición adecuada y más económica hará que los criterios estéticos se resuelvan solos. La decoración es superflua  y el funcionalismo es lo absoluto. La forma proviene de la naturaleza de los materiales y descarta las que vienen de la costumbre. Asigna universalidad a los principios racionalistas. Plantea la estandarización en un nivel teórico y mediante estos postulados las ideas de Durand Influenciarán al racionalismo y el pre-funcionalismo del siglo XX.

Quatremere de Quincy, presentará una posición normativa. Reivindicará lo griego y lo romano. Desarrollará una teoría de la imitación de la antigüedad basada en la teoría universal de imitación de la naturaleza. Como director de la Academia sostiene polémicas en torno al clasicismo, al romanticismo y a un funcionalismo vinculado a la policromía. Particularmente importante será su definición del criterio de Tipo, el cual será revisado posteriormente en diversas oportunidades.

Viollet-le-Duc se entronca en los postulados del Romanticismo que revalorizan al gótico como estilo nacional e instala en L´Ecole de Beaux Arts la discusión entre el racionalismo gótico y el eclecticismo renacentista.  Para Viollet-le-Duc la arquitectura es el resultado de una estructura social, reconociendo la influencia de factores diversos en la determinación de la forma arquitectónica en la que el progreso tecnológico es heredero de los desarrollos góticos. Diferenciará principios constantes (leyes de comportamiento de los  materiales) y principios variables (históricos y sociales). Demuestra fe en el progreso tecnológico y en la máquina: la forma es producto de la función, que se define como la suma de programa, materiales, construcción, factores sociales e históricos.

Choisy establece que la totalidad de la arquitectura se contiene en la arquitectura primitiva porque siempre es el resultado de un problema tecnológico. Las leyes de la armonía, para Choisy, serán las de la estabilidad. De este modo, la técnica se postula como determinante del estilo.
Guadet recupera la composición como hecho fundamental del proyecto. Los órdenes clásicos se justifican desde lo  constructivo. Separa así, la norma estética y hace prevalecer  la forma, dando lugar al  Eclecticismo. Estas posturas producirán una profunda crisis en L´Ecole de Beaux Arts.

En Alemania durante el siglo XVIII se desarrollarán dos corrientes importantes. Por un lado el Clasicismo avalado por Winckelmann y basado en el estilo clásico griego. Por otro lado el Romanticismo que rescata al gótico como estilo nacional.

David y Friedrich Gilly fundan y enseñan en la Academia de Arquitectura de Berlín basada en la Escuela Politécnica de Paris de orientación ingenieril. Critican la formación de la Academie de Beaux Arts como unilateral.  Promueven una formación que abarque todos los aspectos de la arquitectura y que no se dirija sólo a la arquitectura oficial. Para ellos, las diferencias nacionales no aportan avances a la arquitectura.
Schinkel reformulará su teoría  de la arquitectura a lo largo de toda su vida en diferentes claves y bajo distintas influencias. A lo largo de estas reformulaciones queda claro que para él lo esencial de la construcción debe permanecer visible y que cuando se cubre algo esencial del edificio se interrumpe la coherencia de la idea.
Para Schinkel lo griego y lo medieval pueden ser considerados como sistemas equivalentes, ya que lo griego seria un equivalente a construir correctamente. Sostiene que cada periodo histórico ha producido su propio estilo y acepta las influencias históricas y antihistóricas (poéticas) porque la esencia de la arquitectura está en los sentimientos.
Hegel desde la estética determina categorías que no tienen que ver con la estilística sino con componentes intrínsecos de la disciplina; determina así que la arquitectura es una representación del espíritu humano y como tal se presenta en tres etapas: una primera simbólica en la que predomina la materia sobre la idea; luego una etapa clásica en la que se lee un equilibrio entre materia e idea y por ultimo una etapa romántica con predominio de la idea sobre la materia.

Para Hegel La argumentación constructivo-funcionalista separaría estructura de cerramiento como categorías diferenciadas. Por último determina el estilo gótico como sublimación de lo material.
Por otra parte, para Schopenhauer el único y eterno tema es el la relación peso-soporte. Entiende lo griego a través de esta relación y rechaza la antropomorfizacion El arte es la objetivación de la voluntad de la naturaleza. La arquitectura es la demostración de las leyes de la gravedad y surge de volúmenes y formas regulares. Si lo griego se define como perfección la arquitectura no debería apartarse de ella.

L.Von Klenze considera la arquitectura como el arte de conformar y fundir productos de la naturaleza para el uso y necesidad de la sociedad, de modo que se desarrolle un proceso de acuerdo a leyes de conservación, combinatoria y utilidad, proporcionando el máximo de solidez y durabilidad con el menor empleo de materiales y fuerza. La belleza se plantea así como resultante de la necesidad, el propósito, la estática y la economía. En el debate sobre lo griego, éste es considerado  como categoría de las arquitecturas de todos los tiempos y de todos los lugares.
G. Semper, por su lado, relacionará la arquitectura con el contexto histórico y social. Determinará que el material deberá  expresarse a sí mismo y con sus propias leyes estáticas. Se separa del funcionalismo de los materiales: los materiales deben ser utilizados correctamente pero la forma del edificio debe surgir de las ideas del proyecto y la técnica debe acompañar lógicamente a la ideación.
Rescata el principio de revestimiento como expresión social, revalorizando  los orígenes artesanales. Participa del debate sobre policromía como expresión del sistema constructivo y relaciona las artes aplicadas con las artes técnicas. Reconoce un compromiso entre la técnica, la historia y la composición.

En el debate posterior dado en Alemania, se recurre al neo-gótico en clave nacionalista diferenciada de la postura inglesa frente a este estilo. Esta diferencia denota  una tensión entre Alemania e Inglaterra por el desarrollo tecnológico del hierro. En este período, Alemania finalmente no podrá superar la discusión estilística.

En el contexto de Inglaterra en el siglo XIX, se desarrollarán dos corrientes paralelas en el debate arquitectónico: la neogótica y la neogriega en la preocupación por el establecimiento de un estilo nacional. Se debate sobre dos conceptos básicos. Por un lado, la arquitectura no debe presentar características innecesarias en relación a la conveniencia, la construcción o la adecuación. Por el otro, el ornamento solo se considerará como enriquecimiento de los  elementos esenciales del edificio.  En este contexto, sólo lo gótico pudo satisfacer estos dos conceptos.
Así, lo clásico se considera pagano y lo gótico cristiano, adoptándose el gótico como sistema de principios oponiéndose al progreso tecnológico
En esta discusión Ruskin presenta un concepto social amplio en el que la arquitectura nacional deberá tener raíces en las costumbres, el paisaje y el clima.  Escribe “The Seven Lamps of Architecture” donde otorga orientación ética a los planteos religiosos de Pugin. Las leyes de la arquitectura no provienen del pasado sino de la naturaleza humana y de los materiales. Diferencia la arquitectura de la construcción: la construcción es mera función útil y la arquitectura tiene venerabilidad y belleza inútil a todo fin. Finalmente propone el control intelectual del trabajo manual, en oposición al de la máquina.
Por su lado, W. Morris define la arquitectura como la totalidad del entorno organizado de la humanidad. En la sociedad moderna, dice,  las artes mayores y las artes decorativas se encuentran separadas por la división del trabajo .La maquina facilita el trabajo en una sociedad verdadera, por lo tanto el trabajo manual debe regular el trabajo mecánico y la  estructura social medieval debe considerarse como modelo de estructura democrática. El movimiento encabezado por Morris, “Arts and Crafts”, plantea un compromiso social a través de la interacción del arte y el trabajo manual.

En Estados Unidos, Jefferson y Greenough  promueven la generación de una forma nueva que represente los valores de la nueva nación y se diferencie de la arquitectura europea, en principio respondiendo a una nueva realidad técnica, sin preconceptos formales, basada en la observancia de la naturaleza. La arquitectura se define por el programa y la asignación de volúmenes espaciales. Así se obtiene el esqueleto y luego hay que asociar la piel. Esqueleto y piel pasan a ser nuevas categorías naturales. La arquitectura debe tener la forma de su función.
Más adelante, Sullivan planteará el concepto de función como  fundamental. Todas las formas vitales son resultado de una función. La función es poder vital y en arquitectura determina organización y forma: “Form follows function”. Determina que la función se encuentra en la naturaleza y en la sociedad. La función representada por una democracia incipiente busca una forma de expresión: una arquitectura democrática.
En el artículo “Ornamento en arquitectura” (1892) establece que el edificio puede imponerse sin ornamento solo con masa y proporción y que hay que  limitar el uso del mismo para recuperar la claridad de la forma arquitectónica. La función, para Sullivan, tiene un sentido social no mecanicista.
El nuevo tipo arquitectónico, el rascacielos, induce dos posturas diferenciadas que promueven un debate en el seno de la producción americana. Por un lado la postura de Sullivan con un acento en el compromiso social del edificio  y por otro el punto de vista de Adler que asigna un valor altamente tecnicista al nuevo tipo, para quien los materiales son determinantes.
Por último Root subordinará el ornamento a construcción. Para él, los elementos constructivos visibles no se deben mezclar con la ornamentación. El edificio es para su uso, no para su ornamento. La belleza de un edificio es su total adaptación a su uso.

En Europa central el debate se desarrolla en varios frentes.

O. Wagner, se opone a una visión arqueologista de la arquitectura. Ésta debe ser una expresión de la vida en la que las artes se aplicarán a las nuevas tecnologías no debiéndose basar el hacer sólo en estas. El arte moderno, entonces, debe ofrecer formas modernas que correspondan a nuestros saberes y conductas. Agrega que lo que no es práctico no es bello y que la composición debe exponer el material y la técnica. La forma cambia porque cambia la idea de belleza y la técnica. En estos términos, finalmente, supone una arquitectura internacional.

Para A. Loos cada material tiene su estética y su forma, y la arquitectura debe expresar emociones y transmitirlas. La arquitectura aquí es primordialmente una coordinación de espacios (Raumplan). Establece también que el ornamento que se desarrolla en el presente no tiene raíces culturales, no tiene relación con el hombre actual, y si puede considerarse la separación entre arquitectura y ornamento, el ornamento no es necesario y hay que desterrarlo. La utilidad, para Loos es lo que  define la belleza.

Tony Garnier, a partir de sus estudios sobre la ciudad Industrial y de su trabajo en instalaciones de mataderos desarrollará una serie de principios que influenciarán las arquitecturas posteriores cercanas al funcionalismo e inclusi a los CIAM. Entre estos principios está el criterio de la disociación de funciones (zonning), la definición de respuestas a condiciones ideales de habitabilidad y la propuesta de estructuras urbanas no cerradas.

Es Muthesius quien introduce los conceptos técnicos ingleses en Alemania. Se opone a la estética historicista aplicada sobre las nuevas técnicas y plantea la necesidad de fabricar objetos útiles que respondan a las necesidades de la época. Las artes industriales sirven para reeducar a las masas en dirección a la comodidad, la veracidad y la simplicidad.
La Deutscher Wekbund trata de introducir una reforma estética a partir de la incorporación de la industria. Tiene una actitud positiva frente a la máquina con una propensión a la industria y al sistema capitalista. Busca un diseño industrial con contenido estético, que tenga a la máquina como génesis de un estilo moderno.
P. Behrens en este contexto, combina arquitecto, diseñador e ingeniero, expresando un profundo compromiso teórico con la producción

Estos esfuerzos de desarrollo de la teoría disciplinar desde Vitruvio hasta comienzos del siglo XX construyen un cuerpo teórico de ampliaciones sucesivas y consolidaciones que naturalmente constituirán un material sólido de trabajo para la construcción de la modernidad. Desde el problema del orden, la idea de belleza, las regulaciones proporcionales, los criterios de uso y función, la condición social de la arquitectura hasta la posibilidad de renovación técnica de la disciplina serán los aspectos que el movimiento moderno, y sobre todo mediante la figura de Le Corbusier, deberá reorganizar y priorizar de manera de enlazar el recorrido de la teoría con el desarrollo de una sociedad industrial masiva.

Este camino de la teoría es recorrido nuevamente por Le Corbusier en “Hacia una arquitectura” bajo un orden preciso de los temas estructurales de la arquitectura bajo una visión maquinista, funcionalista y de fe en una técnica universalista. Sus llamamientos al volumen, la superficie y el plan a los arquitectos se entronca en las preocupaciones de Boullée; los trazados reguladores no son otra cosa que redefinir los sistemas geométricos de control del espacio y la forma; Ojos que no ven, apela a la transferencia del saber y la concepción industrial hacia la arquitectura y el diseño en general. Al referirse a la “lección de Roma”, nos lleva de nuevo, como a Alberti y Palladio a revisar las fuentes directas de la arquitectura clásica. Finalizando con el problema de la estandarización como medio de respuesta a la sociedad, indica un rol del arquitecto cercano a las ideas sociales de Ledoux, pensando en que la arquitectura producirá lo que solo se puede conseguir mediante la revolución. Sus escritos posteriores (Viaje de Oriente, Precisiones, etc.) ampliarán sus horizontes teóricos a la vez de preparar el camino de la crítica a sus propias convicciones originales que desde los años 30 y más profundamente en la posguerra abrirán camino a experimentaciones pensando en un sujeto diferente.

En otra perspectiva, B. Taut le atribuye al cristal el valor simbólico de la humanidad purificada del futuro. El cristal se identifica con las raíces simbólicas en el gótico.

En Holanda Van Doesburgh busca traducir la naturaleza a la razón. Quiere reducir la relatividad en los hechos naturales a lo absoluto para reencontrar lo absoluto en los hechos naturales. La arquitectura se plantea como anti-cúbica. En la justificación de que las emociones provocan el desequilibrio entre objeto (universo) y sujeto, la arquitectura debe evitar las emociones y apelar a la razón. La arquitectura es una resolución artístico-formal a la cual se le  incorpora  del tiempo.

H. Häring argumenta la arquitectura orgánica mediante la aplicación de un principio orgánico que es funcional (orgánica como oposición a formal). La forma se plantea  como resultado de la respuesta a exigencias respecto al rendimiento del edificio. Una nueva vida y una nueva sociedad participaran de la generación de la nueva forma.

Pero es la Bauhaus donde se plantea  la reunificación de todas las artes. Inspirado en los talleres medievales, la arquitectura se presenta como resumen y guía de todas las artes desde una orientación progresista. W. Gropius plantea que  construir significa organizar fenómenos y procesos vitales. En este sentido, la mayoría tiene necesidades análogas, entonces es lógico que la solución sea unitaria y análoga. Es necesaria la estandarización de los procesos básicos de la vida. La esencia se identifica con la función. Hay que estudiar la esencia  para que se funcione adecuadamente. La obra de arte deberá funcionar como una obra de ingeniería. Estas ideas serán en gran parte las que consoliden la actitud funcionalista como una forma de entender el diseño a través de el espíritu de la técnica.

H.Meyer, más tarde, pide la ruptura con el pasado y reclama un funcionalismo radical. Construir es un proceso técnico no estético y la composición artística se opone a la función utilitaria de la vivienda. Define la estandarización como eje de la sociedad. Construir  no es un proceso estético sino biológico. La vivienda no es sólo una  máquina para habitar sino un aparato biológico para las necesidades del espíritu y el cuerpo. Construir es organizar: social, técnica, económica y psíquicamente. Construir es un hecho social en el que arquitectura es el resultado de la combinación de función y economía. Su pensamiento, en cierto modo, se enlaza con las ideas sociales de Ledoux.

El lenguaje teórico de las vanguardias de principios del siglo XX ya no serán los tratados, sino se expondrán mediante la forma del manifiesto; un declaración de principios de base y de acción que guiarán la producción de los artistas ligados a determinada corriente. La teoría, de algún modo se transforma en instrumento de propaganda cultural.

En Italia, Sant´Elia como representante de la vanguardia futurista, dice que la arquitectura debe poder optimizar las posibilidades técnicas considerando las costumbres de vida y sensibilidad moderna. La vida moderna conduce a la ruptura con la tradición, los estilos y las proporciones, negándose así la continuidad histórica. Los nuevos materiales necesitan nuevos ideales de belleza: lo pesado y estático deja lugar a lo ligero y práctico. La ciudad moderna deberá ser reinventada. La arquitectura se concibe como imagen de los nuevos materiales, los movimientos, el vértigo de la vida moderna. La arquitectura no solo es combinación de práctico y útil sino que debe ser arte: síntesis y expresión. La arquitectura futurista se plantea entonces como temporal y transitoria. Cada generación deberá crear sus propios espacios.

En la URSS las vanguardias tendrán definiciones en relación a la técnica y los cambios sociales producto de la revolución. El Lissitzky con los “proun” vincula la arquitectura con la técnica. La máquina define el concepto de belleza y la arquitectura será el resultado de fuerzas en movimiento. Melnikov reclama la autonomía formal de la arquitectura respecto de la maquina. Chernikov establece las bases de los conceptos y principios constructivistas. Pará él la máquina será el paradigma conceptual de ensamblajes lógicos. Aplica a los conceptos de pura técnica y objetividad un valor formal ya que considera como fin último de la arquitectura constructivista la acción de comunicar.

El Racionalismo italiano por su parte, asociado al Movimiento Moderno por el Gruppo 7, adhiere a los presupuestos de Le Corbusier. Se separan de la ruptura futurista y reconocen la historia y la tradición, rechazando cierto internacionalismo. La arquitectura en relación a la lógica y la racionalidad deberá definirse con  claridad y orden, distanciándose de la estética maquinista. La arquitectura se define como tipo a partir de una selección natural producto del colectivismo. La nueva arquitectura debe renunciar a lo individual .Terragni se opone a la identificación de racionalismo con el funcionalismo y plantea problemas de estética  arquitectónica.

El debate teórico en Estados Unidos continuará en el discurso de F. Ll. Wright quien pone a la teoría directamente ligada a la práctica. Reconoce a la máquina como precursor de la democracia y le reconoce una naturaleza orgánica. Para Wright, la máquina debe ser un modelo de aprendizaje, responde a una ley natural y a un orden universal en el que la arquitectura será vista entonces como expresión de la democracia: variedad en la unidad. A través de Broadacre Wright estudia la ciudad americana, orgánica, descentralizada, integrada y de sentido democrático. 

Alvar Aalto, mediante un funcionalismo organicista, reclamará al racionalismo ortodoxo una profundización de sus métodos en un sentido humanístico, de manera de no alejarse de las necesidades del hombre y construir un espacio de equilibrio entre necesidad y respuesta técnica.

En el contexto de la segunda posguerra y desde el Team 10 se critican los procedimientos inadecuados del funcionalismo, proponiendo desarrollar nuevos caminos. Plantean un compromiso real y concreto de la arquitectura con la sociedad para la que construye y a la cual pertenece.  Rechazando así las escalas del masterplan para reivindicar las escalas de los hechos humanos. Es necesario también redefinir la dimensión colectiva de la arquitectura y el diseño urbano apuntando a desarrollar los niveles de asociación. Se busca también restablecer las relaciones de la arquitectura con las historias clásicas y vernáculas.

Los arquitectos del Metabolismo japonés se presentan con una arquitectura de inspiración en los procesos biológicos apoyados en las estructuras del ADN como forma de agregación asociativa de megaestructuras primarias a través de módulos sustituibles, incorporando el concepto de cápsula (choza primitiva) como microestructura adaptable. Kurokawa compone a la vez una teoría universalista y local.
En cierta relación con lo anterior, Archigram desde Inglaterra, intenta responder desde la técnica y la cultura popular a una sociedad altamente globalizada y tecnificada en la que la arquitectura es móvil, efímera e intercambiable.

Louis Kahn, se consolida como mediador entre el conflicto conceptual de forma y función. Considera al orden, la geometría como la base del espacio. Arquitectura es la expresión de los deseos del hombre en relación a una época, es espacio sensible. Su relación con las arquitecturas y tratados del clasicismo renueva la arquitectura moderna mediante problemas esenciales temporalmente desestimados.

En este sentido, R. Venturi y D. Scott-Brown en “Complejidad y contradicción” se separan de la tradición moderna, criticando el “menos es más”  de Mies apelando a que se trata de un  funcionalismo estético. Intentan recuperan el valor de signo de la arquitectura, valorizando el carácter polifacético de la disciplina  en cuanto a formas y contenido, mediante un enlace con el pop y lo cotidiano. Su texto “Learning from Las Vegas” será el texto fundamental de la crítica a la idea urbana de la modernidad europea.

En una dirección completamente diferente, C. Alexander establecerá la Teoría de Patrones, fundada en la continuidad de métodos funcionalistas, estructurada según un sistema de partes de edificios que siempre han funcionado bien. Con este método pretende recuperar la capacidad individual y colectiva del individuo para diseñar su ambiente armónicamente con él mismo y con la naturaleza circundante.

En Europa, se desarrolla un debate con fuerte sujeción a la historia.
La recuperación de la tradición disciplinar será una posición eminentemente italiana heredera del esfuerzo teórico de Rogers y Argan, al que se suman Gregotti, Grassi, De Fusco. Las principales aportaciones provienen de Aldo Rossi con uno de los libros más influyentes del siglo XX, “La arquitectura de la ciudad” en el que plantea un análisis científico de la historia de la arquitectura y el lugar. Desarrolla el concepto de tipo en el que la forma elemental ya no es reducible. El tipo incluye la totalidad de la vida útil del objeto, elaborada en el tiempo. Introduce los criterios de monumento y residencia, locus y el de la ciudad análoga.

Mediante OMA, Rem Koolhaas intenta proponer soluciones a los problemas ligados a las grandes metrópolis y formular propuestas para una arquitectura moderna universalizada, redefiniendo los criterios de forma y de función de la metropolización  contemporánea. Su modelo estructural de la metrópolis se basa en un análisis funcional diferente al de la modernidad, dirigido a una sociedad de consumo de masas y en aceleración comunicacional.
En Delirious New York, expone concentración de modos de vida, colisión de funciones  y formas de pensar a lo que llama “cultura de la congestión”; un espacio de cambio, de permanente mutación.
SMLXL, es una recopilación de textos anteriores junto a sus obras, a través de una propuesta gráfica no habitual. Entre los textos allí presentados, La ciudad genérica es el tema que representa la idea de una ciudad sin identidad, de características especiales, lo que constituye su propuesta de urbanística en la era de la globalización.

Peter Eisenman desde sus primeros escritos se dedica a refutar la teoría del funcionalismo. Más adelante en el espacio de la nueva modernidad escribe un artículo que funciona como una bisagra en la teoría de la arquitectura contemporánea. El fin de lo Clásico es un escrito en el que Eisenman cataliza  el pensamiento post estructural desarrollando la idea de las tres ficciones convencionales de la arquitectura: la representación, la razón y la historia. Para él, la arquitectura está inmersa en un proceso de invención de un pasado artificial y un presente sin futuro. Posicionarse en lo No-Clásico marca entonces un punto cero de la arquitectura que casualmente coincide con el desarrollo del mundo digital en la imaginación y construcción del proyecto. Einseman seguirá buscando el paso por sobre esta controversia a través de nuevos textos y la experimentación de técnicas proyectuales de sucesiva complejidad.

Este largo camino de las teorías nos encuentra hoy en la permanente discusión de  varios de los aspectos teóricos de la disciplina que han sido enunciados anteriormente, y otros que son producto del momento específico que vivimos. Por un lado, una arquitectura todavía ligada al quehacer clásico, en los términos Eisemanianos, tratará con las condiciones de función, programa, lenguaje u ornamento desplegados en la última modernidad.
Por otro lado se presentan problemas derivados de la actual concepción de un mundo múltiple, cambiante y desmedidamente dependiente de la tecnología y la comunicación. Estas últimas posiciones, de diferente origen y destino son llevadas adelante por arquitectos que intentan descifrar cuáles son los sentidos técnico, matérico, estético, social y ético de la disciplina en el mundo de hoy.
Cecil Balmond, Greg Lynn, Reiser y Umemoto y  Alejandro Zaera-Polo (y en cierto modo Koolhaas), entre otros proponen nuevos modos de ver la disciplina, de pensar sus posibilidades técnicas y productivas desde la ideación del proyecto hasta la concreción material del espacio que proponen.


04.2.  Arquitectura y Campo del Pensamiento.
Filosofía y arquitectura se vieron ligadas desde los inicios del pensamiento humano en la antigüedad clásica. La filosofía utilizó metáforas arquitectónicas tanto como la arquitectura ha desarrollado un lenguaje que es en cierto modo filosófico.
Los textos fundacionales de la teoría arquitectónica (Vitrubio, L.B. Alberti, etc.) poseen pasajes que podrían encontrarse en textos de filosofía, sobre todo en su rama de la Estética. A pesar de ello, la filosofía tiene la tendencia a reducir las artes visuales y la arquitectura a un cuerpo de ejemplos que sirven de explicación de argumentos parciales o particulares, o como ejemplos de clasificaciones de movimientos muy generales.
Por otra parte, la arquitectura ha absorbido en su cuerpo teórico conceptos filosóficos, algunos de los cuales ingresaron a la disciplina a través de actitudes reduccionistas promoviendo desarrollos de particularidad.
Si el desarrollo de la arquitectura occidental está signado por los cambios en el campo del pensamiento desde la Grecia Clásica, hasta la Escolástica medieval, es a partir de la edad del Humanismo dónde ésta relación filosofía-arquitectura toma una nueva dimensión, puesto que es el momento en que nace lo que hoy se conoce como proyecto de arquitectura en un sentido moderno y progresivo acorde a la nueva naturaleza de los objetos. El desarrollo de las ciencias y su consecuente influencia en el pensamiento de la edad moderna ve su correlato en la arquitectura que se transforma y despliega en nuevas y antagónicas direcciones. Es también Descartes quien para explicitar un proceso racional de dominio de la naturaleza lo ejemplifica contraponiendo una construcción realizada de una vez, frente a una construcción modificada y agregada en el tiempo.
Posteriormente el Barroco, el Iluminismo y la Modernidad consolidaron la arquitectura como un sujeto filosófico en el que los cambios del modo de pensamiento someten a la disciplina a una revisión interior de su naturaleza de ser. Así también la arquitectura del siglo XX se vio reformulada por la Crítica introducida por la Escuela de Frankfurt, por los desarrollos del estructuralismo como metodología del conocimiento, por las condiciones de un nuevo sujeto del existencialismo, hasta llegar en la actualidad a provocarse una expansión teórica proyectual a partir de las transferencias del pos-estructuralismo francés.
De una manera indirecta, arquitectura y filosofía se relacionan a partir de la definición de arquitectura como arte. Desde la antigüedad, existe una preocupación de la filosofía desde la estética por clasificar las artes y comprender sus relaciones con la naturaleza y como representación o no de una determinada verdad.
En este sentido, Hegel asigna a la arquitectura una posición jerárquica entre las artes particulares, dado que ella "representa los inicios del arte pues en sus inicios el arte todavía no ha hallado, para la representación de su contenido espiritual, los materiales apropiados ni las formas correspondientes".
Según Konrad Fiedler "solo podemos reconocer una conciencia arquitectónica en sentido artístico cuando se haga visible en las formas un proceso de desarrollo espiritual, cuando aparezca en el desarrollo de las formas arquitectónicas un afán vivo hacia una expresión espiritual cada vez más pura".
Si bien es cierto que hasta este momento, el arte se entiende como representación de la verdad, como representación de una naturaleza, la posición de Nietzsche sobre el fin último del arte es la que puede explicar los diversos desarrollos que durante el siglo XX sufrieron la arquitectura y el arte.
Massimo Cacciari señala (a partir de especulaciones de Nietzsche) que " no hay autonomía del arte en relación a la filosofía, así como no hay autonomía de la filosofía en relación con el arte. En la deconstrucción de la tradición metafísica europea, lo que constituye el principal objetivo de la crítica nietzscheana, el arte y la filosofía aparecen como perpetuamente ligado. La reflexión sobre el hecho artístico debe ser conducida filosóficamente, y eso no porque el arte se conforma con representar o imaginar las ideas filosóficas; el arte es un problema filosófico en la medida en que su estructura es un problema para la filosofía, puesto que las artes son concebidas como una suerte de culto de la no-verdad".
Y es aquí donde radica el aspecto más interesante de la producción de arquitectura contemporánea frente a su razón de ser como representación. Desde el momento en que no es un instrumento del hombre por el cual llegar a la verdad, es posible deshacerse de una carga representativa que la ha acompañado por más de cinco mil años. El arte contemporáneo y en especial la arquitectura actual refieren a esa expresión de la no-verdad guiados por corrientes del pensamiento que intentan pensar el mundo a partir de la ausencia de fundamento. 
Las mil mesetas de Guattari y Deleuze son un intento por construir diversos escenarios desde los cuales observar el mundo y a partir de ellos realizar únicamente construcciones provisionales.
La creación de conceptos permite desarrollar argumentos que den sentido a la actividad proyectual. ¿Es posible proyectar sin sentido? Los argumentos son la base del diseño y los conceptos son los medios para conseguir definir los argumentos.
Los conceptos, según Deleuze, deben ser sospechados, construidos, desplegados, e interrelacionados mediante puentes que conecten unos con otros.
Los conceptos forman hoy el cuerpo teórico de la arquitectura en nuestra contemporaneidad.

La historia de la arquitectura se despliega en paralelo a las diversas concepciones del mundo y de las distintas interpretaciones de qué es y para qué sirve la obra de arte. Por lo tanto, esa capacidad de expresar la no-verdad hace que la arquitectura sea un campo magnífico de experimentación, no de su condición representativa, sino de su voluntad de progreso en cuanto a las posibilidades intrínsecas disciplinares. Los conceptos filosóficos actuales, en este caso, contribuyen a esa voluntad de construcción de escenarios de la arquitectura experimental en un campo íntimamente ligado a la ficción. El rol del experimento en el arte es el de llevar a la disciplina hacia aquello que no se conoce. Como señala Adorno, " La necesidad de correr riesgos se actualiza en lo experimental, cuya esencia es un consciente manejo de los materiales en contra de la idea de progreso organizado inconscientemente, idea que ha llegado al arte desde la ciencia. Realmente apenas es posible que un arte no experimente. Un arte ejecutado con absoluta responsabilidad termina por hacerse estéril".